jueves, 25 de junio de 2009



Estado Debe Evitar Crimen Ambiental

Tegucigalpa. La anterior Corte Suprema de Justicia avaló un crimen ambiental en el Parque Nacional La Tigra. Esto, al emitir un inexplicable fallo a favor del proyecto habitacional The Mountain Chalet, propiedad de la compañía Jamar Comercial Industrial.

La decisión fue tomada por la Sala de lo Laboral, desestimando las leyes ambientales y convenios de los que el país es signatario y a pesar que la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (Serna), revocó la licencia ambiental porque el proyecto se desarrollará en La Tigra, ubicada en la aldea El Chimbo, municipio de Santa Lucía, a 20 kilómetros al noreste de la capital y declarada Parque Nacional mediante decreto 976-80.

La sentencia definitiva no sólo firmó la extensión de los pocos quetzales, pavas, tigrillos y gorilas que aún habitan la zona, sino también a la vegetación en general. A esto se suma que el parque nacional abastece en un 40 ó 50 por ciento de agua a Tegucigalpa, Comayagüela y otras 70 comunidades.

LICENCIA AMAÑADA

En 2004, Belford Jarquín Blandón, de origen nicaragüense, pero naturalizado hondureño, y Mirna Elsa Martínez de Jarquín gestionaron la licencia ambiental ante la Serna, entonces dirigida por Patricia Panting, para desarrollar el proyecto habitacional a través de la compañía Jamar Comercial Industrial, propiedad de los solicitantes. El trámite fue hecho durante la administración de Ricardo Maduro.

Entre los documentos, presentaron un diagnóstico realizado por el prestador de servicios ambientales RI-004-2002 de la Serna, Mario Javier Martínez sobrino de la dueña del proyecto, donde afirma que no existe especies de fauna ni flora en los alrededores, “sólo unos cuantos árboles de pino, quebrachos y roble, que han sido talados por lo moradores para uso de leña”. Tampoco hace referencia que la aldea El Chimbo es parte de la zona de amortiguamiento de La Tigra.

Por otro lado, el matrimonio presentó una constancia extendida por el alcalde de Santa Lucía, José Olayo Martínez Durón, con fecha 22 de junio de 2004 y folio número 68, donde certifica que la zona, “es considerada de desarrollo urbanístico de alto crecimiento en la construcción de viviendas”.

El 1 de julio de ese año, la solicitud ingresó a la secretaría general de la Serna. Extrañamente no hubo impedimentos para la aprobación a pesar que La Tigra es una zona protegida, al contrario, el trámite fue tan expedito que cuatro meses después, se extendió el dictamen técnico número 710/2004 a favor del proyecto.

Por esa razón, la fundación Amigos de La Tigra (Amitigra), que por ley administra el parque, encabezó una batalla legal para la suspensión de la licencia ambiental. El 14 de julio de 2005, la Procuraduría General de la República (PGR), emitió un dictamen bajo el expediente CD-08072005-125, para la nulidad del trámite.

CONDENAN A LA TIGRA

Ante la nulidad, la apodera legal de Jamar Comercial, Doris Madrid, apeló el veredicto ante la Corte de lo Contencioso Administrativo, misma que emitió un nuevo fallo, esta vez a favor del proyecto.

Para evitar el daño ecológico a La Tigra, la Serna y la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (Cohdefor, ahora Instituto de Conservación Forestal), recurrieron al recurso de casación, la última instancia legal en el país.

Pero la anterior Sala Laboral ratificó el dictamen de la Sala de lo Contencioso Administrativo, con lo que expone al país a una millonaria sanción pues con la construcción del proyecto en un área protegida, se vulnera convenios internacionales a favor del ambiente y el patrimonio cultural y natural.

Además, la edificación del complejo de los 24 chalets (casas de campo lujosas), a un precio de 3 a 4 millones de lempiras cada uno, provocará daños a la atmósfera por la remoción de la capa orgánica del suelo, deforestación de las especies de árboles existentes en el área y alteración del hábitat de la flora y fauna.

Por las graves repercusiones en el ambiente que provocará Mountain Chalet, el Estado debe recurrir a instancias como la Corte Internacional de Arbitraje y Conciliación Ambiental, y así frenar las ambiciones de estos pseudoempresarios que desean hacer fortunas a merced del Parque Nacional La Tigra.

Extraído de Diario El Libertador, 11 de mayo del 2009

COMENTARIO:

El parque nacional La Tigra es un área protegida de Honduras. Es el primer bosque nublado de Honduras que ha recibido protección y manejo como Parque Nacional por decreto Ley No. 976 del 14 de Julio de 1980, pero su historia de protección legal se inicia en 1952. Esta ubicado al lado Noreste de la ciudad de Tegucigalpa, departamento de Francisco Morazán. Este parque no solo es importante por la cantidad de especies que alberga, tanto de flora como de fauna. Es de vital importancia ya que las montañas de este parque abastecen de agua potable la capital de la república.

La Tigra es solo uno de los tantos lugares que caracterizan a nuestro país y lo distinguen de otros países por su atractivo turístico y ecológico.

Es por eso, que situaciones como la anterior no deben desanimarnos al grado de dejarnos sin el deseo de trabajar para provocar mejoras en el aspecto ambiental o legal de nuestro país. Existen muchas personas sabias que sostienen que no existen los errores, solo existen las lecciones. Situaciones como la descrita en el artículo deben impulsarnos como ingenieros a trabajar, luchar y perseverar para lograr que el manejo y cuidado de estas zonas sea el óptimo tanto para las especies que se ven afectadas como para la población en general.

Es importante crear conciencia entre la población sobre los efectos que los daños al suelo, aire y agua, ocasionan y recordar que con el tiempo (sin necesidad de esperar mucho) estos daños deterioran parcial o totalmente la calidad de vida humana. Es igual de importante gestionar programas de apoyo, tanto nacional como internacional, para mejorar planes de manejo, capacitaciones de personal, material didáctico entre otras. Otra manera de contribuir es exigir respeto a las leyes que protegen nuestros tesoros, nuestra belleza y riqueza. Honduras es un país con una riqueza incalculable; no solo se encuentra en sus paisajes sino que también en su gente. Hay trabajo si, pero también hay gente interesada en ayudar a que lo nuestro sea apreciado y visto tal cual es: bello.